viernes, junio 15, 2007


Duelen los zapatos a la hora de caminar, por eso es que no digo nada.
Por las grietas surcos de la pared, mil comparsas caminan. Llevan tapados de piel de de almeja y un pequeño estandarte del rock.
–Tenemos que matar las garrapatas del perro, nos van a llevar a nosotros.
Eso es todo lo que dice. Se calla, y empina la botella de licor de huevo que compro en oferta en un supermercado de mala muerte. No me detengo en su comentario, y pienso que necesito gafas para poder leer las letras diminutas, pero no dejo de enojarme con ella, porque se queda con la botella y se clava otro trago.
–Ya es hora de hacerme los anteojos – le comento.
–Pero si no tenemos para kaotrina, y vos querés anteojos para hacerte el lindo, dejate de joder. – me dice cuando va por el tercer trago.
–Sabes una cosa, vos no me entendés.
–Vos tampoco.
–¿queres coger?
–Si.
–Acá o en la cama.
–Me da igual.
–Vamos a la cama. Pasáme un trago.

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